domingo, 5 de marzo de 2017

Una noche de sueños y secretos en el Teatro Real de Madrid.


Nunca antes de ver a India Martínez subida al escenario me había resultado tan sencillo sentir que, desde el principio, vas a disfrutar sin ningún tipo de barreras de aquello que alguna vez habías imaginado que ocurriría y que seguramente, India Martínez habría soñado en alguna que otra ocasión después de haber conquistado en Madrid, sitios de renombre como  “Los Jardines de Sabatini” o el Palacio de los deportesactualmente conocido como "Wizink Center".

Teatro Real de Madrid: Situado en uno de los enclaves más significativos y monumentales del corazón de la capital madrileña. Considerado uno de los más importantes de España y Europa, un lugar ideal para que India Martínez confiese sus secretos sin dejarse apoderar por los nervios. Un espacio de renombre, con más de siglo y medio de vida. Glamuroso pero a su vez acogedor. El lugar donde Placido Domingo con "Simon Boccanegra" (Verdi), cosechó 25 minutos de aplausos por parte de su público. Un espacio donde “La Traviata” o “Aída” del mismo Verdi, han sido unas de las operas más representadas entre esas paredes. Un Madrid que despertó azul por la mañana, con una tarde bendecida por la lluvia, pero también por el arte y el intercambio mágico que India Martínez nos ofreció con su excelente equipo y su potente voz.
             

Sabiendo de antemano que en las butacas el público esperaba impaciente el reencuentro con su artista, movimientos inquietos y ojos curiosos precedían el momento en que las luces se apagaban y el corazón de los presentes se aceleraba, mientras olvidaban respirar en esos segundos que nos parecen eternos y que dan paso a caras de admiración y sorpresa, al descubrir entre la penumbra que India Martínez estaba ya en el escenario con un espectacular vestuario y una energía arrolladora




Todo fluyó de manera natural de principio a fin. Con la seguridad que da estar arropada con un público que meses antes colgó el cartel de entradas agotadas y con la complicad de compartir estos secretos con una banda excepcional que junto a su jefa de tribu, animaba y arrastraba a los espectadores hacia algo en lo que cree y vive de manera muy especial. Hacia algo, que una vez más, les hace sentir como en un sueño.


En canciones como “Ángel”, “Corazón Hambriento”, “Solo Tú”, “Vencer al amor”, “90 Minutos” y “En el jardín” se percibió un intercambio emocional que, desde las butacas hacia el escenario, se convertía en un "feedback" constante de sonrisas, miradas cómplices, secretos compartidos, recuerdos, nostalgia, lágrimas y emociones muy, muy fuertes. Mención especial para está última canción enumerada, que una vez más, levantó al público de sus asientos con una larguísima y sonora ovación donde la artista emocionada, con lagrimas en los ojos, agradecía a los asistentes sus aplausos, piropos y taconeo al son de las palmas. Nunca antes en un teatro de estas magnitudes, había notado esa comunicación tan evidentemente fluida, palpable y reconfortante. 


Sin duda, lo mejor que una artista puede recibir del público es su afecto. Y, aunque el Teatro Real de Madrid era algo que imponía y un nuevo lugar para conquistar, esta noche India Martínez comprobaba que las pruebas de fuego sirven para desviarte del camino si es equivocado o para asegurar tus pasos por la senda adecuada. Y vaya que si los aseguró…

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