Los conciertos de India Martínez son
aquellos a los que algunos novios o maridos van “obligados” por
sus chicas o esposas y éstas acaban dándole un toque de atención a
sus compañeros para que dejen de observar de según qué manera a la
artista, esa que juega con los agudos y los graves, la que cada vez
hace diferente una misma canción coloreándola con los
característicos e interminables giros de su voz.
Los conciertos de India Martínez son
aquellos en los que el personal de seguridad baja la guardia mientras
examina sin disimulo a la mujer que se rompe la voz cantándole al
amor y al desamor, a las causas sociales, a la amistad, a la que pasa
sin miedo por el “pop aflamencado”, por la música más racial o
por los covers que hace tan suyos que logran meterle un gol a la
versión original.
Los conciertos de India Martínez son
aquellos donde niñas y adolescentes se masifican a pie de escenario
para rozar a su ídolo con las manos y lloran de emoción si logran
conseguir una mirada suya, un beso lanzado al aire o un cálido
apretón.
Los conciertos de India Martínez son
aquellos en los que señores y señoras que pasan los 60... minutos
previos al concierto escépticos comentan que jamás habrá música
igual a la que hacían mocedades, Raphael o “la Carrá” y una vez
acabado el espectáculo se levantan y aplauden con ahínco porque han
caído en las redes de quien solo habían ido a ver “por
casualidad”.
-“los altavoces están muy cerca, nos vamos a quedar sordos”´- decía uno
-“que me devuelvan el dinero de la
entrada, yo con los amplificadores a mi lado no voy a aguantar”-
añadía otro…
Pero, ¿Quién es capaz de seguir
protestando una vez que se da el pistoletazo de salida con esa
emotiva y desgarradora interpretación del tema “Corazón
hambriento”? desde luego que ellos no y sus gruñidos se
invirtieron por obra y gracia en elogios a viva voz. Vamos, un poco
más y pegan sus ahora alegres oídos a los emisores de sonido.
Pues todo esto ocurrió en el simbólico
y representativo castillo de Trujillo.
Una deliciosa fusión de instrumentos y
pasión en la cual y en segundos se pasaba de los inigualables
punteos de la guitarra de Riki Rivera a un exquisito “gua gua” de
la guitarra eléctrica. Percusión, teclado y batería se adaptaban
con ímpetu y destreza en los temas donde India Martínez se venía arriba con
las canciones más optimistas y también en las que se partía el alma de
tristeza.
Hace tan solo unos días la artista declaraba que uno de sus propósitos para este concierto era intentar que ningún corazón se fuera indiferente. Era la primera vez que
India Martínez pisaba esta parte de tierra extremeña pero con su
personalidad y fuerza, la Cordobesa lo consiguió, vaya que si lo
consiguió! “vino, vio y venció”.
Vaya Cronica más Guapa que habeis echo. Chapo
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